18.4.07


Pasaron los días y pasaron cosas. Eso es lo que me gusta de mi vida, pero cuánto cuesta. Ya lo dijo Fito “nadie nos prometió un jardín de rosas, hablamos del peligro de estar vivo”. La alegría de la llegada de la gente que quiero trajo la tristeza de la despedida (ya lo hablamos tantas veces, la otra cara de la misma moneda): otra vez se fue Francois, otra vez despedí a Moi, otra vez me separé de mi familia. Entonces sólo queda una cosa, el consejo más sabio que recibí en mi vida para poder sobrevivir a todo: mirar para adelante. Llega el ansiado DF, llega un nuevo trabajo, llega la cotidianidad con otros amigos y llegarán mil sorpresas más. Así viví todos mis días y así elijo seguir viviéndolos: diciendo que esta boca es mía.

Más vale que no tengas que elegir
entre el olvido y la memoria,
entre la nieve y el sudor.
Será mejor que aprendas a vivir
sobre la línea divisoria
que va del tedio a la pasión.
No dejes que te impidan galopar
ni los ladridos de lo perros
ni la quijada de Caín.
Que no te dé el insomnio por contar
las gaviotas del desierto,
las amapolas de París.
Te engañas si me quieres confundir
esta canción desesperada
no tiene orgullo ni moral
se trata sólo de poder dormir
sin discutir con la almohada
dónde está el bien, dónde está el mal.
La guerra que se acerca estallará
mañana lunes por la tarde
y tú en el cine sin saber
quién es el malo mientras la ciudad
se llena de árboles que arden
y el cielo aprende a envejecer.
Y sal de ahí
a defender el pan y la alegría.
Y sal de ahí
para que sepan que
esta boca es mía.

Joaquín Sabina.

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