Las canciones cantan cosas distintas a la vuelta de un viaje. Al estilo del Club de la Serpiente lo charlábamos en casa de Ubi y Fede, que no es ese departamento de París pero es el mejor lugar de Buenos Aires para descubrir esas cosas tan imperceptibles para la gente que nunca entra en esas casas y esas cosas.
Después de cada mañana en Madrid, el número 7 de la calle melancolía tiene una puerta vieja de madera y me tiene a mí mirando sus balcones antes de ir a tomar chocolate con churros a Plaza Mayor. Después de aquel mediodía en Madrid, veo cómo la vio él perderse en el trajín de la Gran Vía. Después de las noches de Madrid, yo también digo que sólo en Antón Martín hay más bares que en toda Noruega. Y además en esos bares y a esas horas justo te cantan “gitana si me quisieras, ay morena si me quisieras” la canción con la que tantas veces ensayé en las clases de flamenco. Después de Madrid, yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid.
Y Manu me traerá las noches de Barcelona con un canadiense de boina inolvidable, dos italianos, dos andaluces, un alemán, cuatro españolas, una africana y un argentino cada vez que cante “rambla paquí, rambla pallá, esta es la rumba de Barcelona”. Y si resulta que sí, si logras entender lo que me pasa a mí esta noche, ella no va a volver y la pena me empieza a crecer adentro, siempre fue para llorar, pero después de tomar un autobús el último día del año suena aún más triste. Las canciones llevan a la gente de una ciudad a otra, y en todas las radios que escuche “yo quería que nos pasara, y tú y tú, lo dejaste pasar” sonará su voz. Y cuando Marley cante “no woman, no cry” siempre voy a estar en la Plaza George Orwell, en el Barrio Gótico, siempre va a ser esa noche que toqué por primera vez el Mediterráneo.
“Se peinaba a lo garçon, la viajera que quiso enseñarme a besar en la Gare d´Austerlitz”.
Llegué a París y cuando pregunté en el metro cómo debía hacer para ir a la estación Maubert Mutualité, paradójicamente me informaron que debía tomar la línea 10 con dirección Gare d´Austerlitz. Así que durante cuatro días, cada vez que regresé al hotel, me sentí una chica de Joaquín.
Próxima estación: A Coruña.
Me gusta la Coruña, me gustas tú! La banda sonora de estos 7 días fue “Qué guay si me invitaras a cenar”, porque Marcos la cantaba igual, porque sentir cómo sentí allá hizo que entendiera realmente el significado de “guay “. Ya no podrán quitarnos lo que hicimos ya… y ahora esta frase, Gaby y Marquitos, es para siempre nuestra ¿Y de las 500 noches? obviamente “morena con la piel de chocolate”.
Vivir sólo cuesta vida, cuánta razón que tiene el Indio. Me encantaría que los que hayan leído este post "enciendan" y cuenten qué momento les recuerda alguna canción.
Chez toi ou chez moi: “En tu casa o en la mía”, en cualquier lugar del mundo lo único que quiero es seguir feliz como en este viaje.