Torturador y torturado. Ayer regalé Pedro y el Capitán de Benedetti a alguien que sé que lo va a apreciar. Lo que no sé es si a la madrugada me despertó el dolor de ovarios o recordar este libro que había leído ya hace unos años. El dolor me recordaba la frase de mi adorado jefe: “eres tan pero tan mujer que pareces hombre”. Entre sueños este dolor también me recordó las veces que me rompieron el corazón, las veces que estuve del lado del torturado. Y volví a elegir ser siempre el torturado, porque esos golpes que recibimos no lastiman la escencia, la capacidad de sentir, en cambio… ¡pobre del torturador, nunca la tuvo!
15.8.07
Torturador y torturado. Ayer regalé Pedro y el Capitán de Benedetti a alguien que sé que lo va a apreciar. Lo que no sé es si a la madrugada me despertó el dolor de ovarios o recordar este libro que había leído ya hace unos años. El dolor me recordaba la frase de mi adorado jefe: “eres tan pero tan mujer que pareces hombre”. Entre sueños este dolor también me recordó las veces que me rompieron el corazón, las veces que estuve del lado del torturado. Y volví a elegir ser siempre el torturado, porque esos golpes que recibimos no lastiman la escencia, la capacidad de sentir, en cambio… ¡pobre del torturador, nunca la tuvo!
Ese dolor te recuerda que sigues viva, que sigues siendo capaz de sentir, te hace evolucionar –a diferencia del otro.
Aquí te dejo un abrazo, vienes a recogerlo cuando sientas que hace falta ;)