27.3.06

Qué pequeña es la luz de los faros ahora que los siete días de la semana tienen algo para mí, ahora que la comida tiene gusto, ahora que los sábados a la noche me río como me reí, ahora que me permito decir esas cosas que se dicen después de un “a veces”, ahora que las ratas se arrastran lejos, ahora que cada minuto es real, ahora que acepto que la felicidad es intermitente, ahora que tengo a las amigas que siempre tuve pero las puedo disfrutar, ahora que su voz está en mi teléfono, ahora que vos cantás en el Gran Rex y yo estoy ahí.

17.3.06


Caminar un sábado a la tarde por Palermo, algo tan habitual. Hasta que el teléfono suena.
Libertador, Alem, Viamonte hasta Reconquista. Como esa noche cuando caminaba frente a la Sorbonne en París, salí de mí para mirar el momento en el que se cumple el sueño de una persona en su vida.
Estacioné, por el espejo retrovisor te vi venir caminando. Diez años buscándote y de repente bastaba girar la mirada hacia la derecha para encontrarte, ahí, sentado en mi auto. Eras mi lujo y eras tan sencillo.
Tan irracional, como todo eso por lo que algunos te odian y yo te adoro. Todavía puedo escucharte y creer para siempre que no existen imposibles.

5.3.06

Y de repente era tan natural volver a dormir, volver a comer, dejar de llorar, que hasta fue natural que llamara él.

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