17.3.06


Caminar un sábado a la tarde por Palermo, algo tan habitual. Hasta que el teléfono suena.
Libertador, Alem, Viamonte hasta Reconquista. Como esa noche cuando caminaba frente a la Sorbonne en París, salí de mí para mirar el momento en el que se cumple el sueño de una persona en su vida.
Estacioné, por el espejo retrovisor te vi venir caminando. Diez años buscándote y de repente bastaba girar la mirada hacia la derecha para encontrarte, ahí, sentado en mi auto. Eras mi lujo y eras tan sencillo.
Tan irracional, como todo eso por lo que algunos te odian y yo te adoro. Todavía puedo escucharte y creer para siempre que no existen imposibles.

3 Comments:

Blogger Moi said...

Pensar que alguna vez, yo tuve la suerte de sentarme ahi, en ese preciso asiento. Hoy trato de imaginar como se habra sentido al ver tu sonrisa, el brillo de tus ojos, desde ese asiento. Tu auto es un blog en si mismo, tejiendo y juntando experiencias y aventuras

3:22 p. m.  
Blogger MARIEL BLANCO said...

amiga, hoy te leí y quisiera tanto que estemos juntas. Digo, físicamente, porque no dudes que siempre de alguna manera estoy. Cómo habrá sentido, no? Una duda casi existencial :)

10:15 p. m.  
Blogger Laura Raices Matassa said...

Decia baglietto...

Sólo se trata de vivir
esa es la historia
con la sonrisa en el ojal
con la idiotez y la cordura de
todos los días,
a lo mejor resulta bien.

8:46 a. m.  

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